viernes, 16 de diciembre de 2016

Desnudos a la docena

El cielo y su azul despintado en la profundidad del amanecer. En los límites del horizonte comienza a entornarse retazos de una luz dorada, como si las fraguas del universo, donde se caldean las ilusiones, acrecentaran su actividad. Afloran los sentimientos asentados en el telón del alma, las emociones que conozco y reconozco se mezclan con aromas nuevos que  me ubican en los recuerdos de aquellos años en los que los ojos brillaban como la estrella que anunciaba, a losde  Oriente, la presencia de Dios en la tierra, del Hijo del Hombre presentándose a la humanidad en el interior de nosotros, no hay mas para sentir la humanidad.
            La magia se desnuda y vos también lo hace por la Ilusión de un nuevo año. Problema que se une con problemas, hace apagar tus delirios antes de tiempo.  La metamorfosis comienza precisamente con tener Fuerza para la constancia. Las alegrías para revestirnos como los niños que fuimos y ser atraídos por aquella luminosidad que invadía los espacios, una sensación incandescente que comenzaba a aflorar en el interior de nuestros cuerpos, pues Sevilla te suscita para disfrutar el ensueño  convertido en dichosos de lo que somos y tenemos, en cualquier rincon, por minúsculo que fuera, la señal de la inmediata presencia de la vida se presenta en la vieja Hispalis.
Incienso que perfuma el entorno,  transformándolo con un aura de fantasía que envuelve el ambiente, dorado sol en paredes hasta transfigurarse en estancias maravillosas donde el delirio tomaba aposento por un nuevo año.  Estela que  avanza como comitiva de una Hermandad en su caminar, asi son los acordes del nuevo año, con la Epifanía. En el pasado  siglo la gente se desnudaba de verdad. Y eso duraba con su gracia y arte los 365 dias del año. Vease el primero que en Sevilla sacó a la calle una silla para ver las cofradías cómodamente sentado: don Francisco Palacios. El Pali. Cuando llegaba tal día como un martes Santo, Los Estudiantes cogían por la Casa de la Moneda y Tomás de Ibarra, al Pali le llevaban a su casa el Cristo de la Buena Muerte. ¿Y qué hacía? Pues que bajaba a la calle la mismísima silla de enea. Se empernacaba en ella, jinete de coplas, y acodando descansado sus brazos cruzados sobre el respaldo, se veía en su sillita la cofradía de pitón a rabo: de cruz de guìa a preste. Al Pali no le tenía nadie que decir cómo tenía que ponerse en su silla, ni a nadie estorbaba. Y le daba la vuelta al dicho de los moros que aquí, según el bautizo de azotea de su sevillana, tomando sábalos en adobo, aprendieron a bailar por bulerías. Le daba la vuelta El Pali a la silla y atornillado en ella y también al dicho de los moros: "Siéntate a la puerta de tu casa y verás pasar el cadáver de tu enemigo". El Pali se sentaba en la puerta de su casa, empernacado en su silla, y en vez de ver pasar el cadáver de su enemigo veía pasar sin vida a su crucificado Amigo, al Cristo de la Buena Muerte...
El arte fue capaz de desnudarse precisamente el año pasado, con Morante de la Puebla en una faena de muleta muy artística llegando al zenit de su labor con el oponente astado, se le rompió la muleta y con gracia y salero lo cogio como un capotito y le recito dos medias antes de coger el estoque.

Gracias a Dios vivimos en la tierra Mariana del garbo y la finura, por esta dicha, ser participe en desnudar tus sentimientos y emociones en este vecino lapso  17 con sus doce desnudas promesas. Aire frío para estos inicios, pero que no aciertan con lo que sentimos, ascuas de añoranza que esperan ser atizadas  esperando la revelación de Tu verdad, la huella indeleble del próximo ciclo de tradicion Sevillana encintada por un júbilo extraordinario lleno de éxtasis, una religiosidad que se convierte en ritos un año mas. Para este 2017  una alegría inmensa ha de ser servida para seguir desnudando la chispa que hace destellar la pureza del instante,  porque todo esto que te cuento esta alojado en el interior de tu ser y que retornan en este día que le des rienda suelta. Las vísperas de la Epifanía del Señor están cerca, viéndote como aquel niño que era inmensamente feliz cuando se despertaba y veía los regalos al pie de su cama y  sonría, que esa sonrisa dure los 365 dias que se avecinan.
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